lunes, 17 de febrero de 2014

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Lectura. La canción de los maoríes



La canción de los maoríes
Sarah Lark
Páginas: 704
Año: 2012
Ediciones B

Elaine y Kura se debatirán entre las raíces inglesas y la llamada del pueblo maorí para forjar su propio destino. Entretanto, vivirán los vaivenes de una tierra comparada con el paraíso a la que llegan misteriosos desconocidos decididos a quedarse.









Después de leer En el país de la nube blanca de Sarah Lark, me decidí a continuar con la segunda parte de la trilogía de esta familia, La canción de los maoríes.

Recordemos que en la primera parte conocíamos a Helen y a Gwyn, unas jóvenes procedentes de Gales e Inglaterra que desembarcaban en Nueva Zelanda en busca de una vida más apasionante, con la oportunidad de formar una familia.
Cada una de ellas tuvo sus desventuras, sus amoríos y sus hijos a los que también conocimos en la segunda mitad de esa primera novela, Ruben y Fleurette.

En esta segunda novela, conocemos a la tercera generación de los Mckenzie/Warden y de los O'keefe. Nuestras protagonistas femeninas son Kura-maro-tini, descendiente del ladino Paul Warden y la mahorí Marama, a esta joven se le inculca el estudio de la música y el canto, muy a pesar de Gwyn, y no siente ningún apego por su tierra ni por la granja, Kiward Station, será un quebradero de cabeza para toda la familia y una dura competidora para nuestra otra protagonista, Elaine O'keefe, pelirroja y residente en Queenstown, dulce y alegre verá como un acontecimientos relacionado con Kura la deja destrozada y la llevará a buscar el amor y una nueva oportunidad en alguien que realmente no es el más recomendado, teniendo un futuro desdichado durante ese matrimonio e intentado encontrar una nueva oportunidad pero sin hombres, aún siempre con miedo, Elaine intenta mirar hacia delante sola.
Es una novela, que al igual que la anterior, se lee bastante bien, con unos personajes femeninos fuertes, que toman decisiones importantes e imprudentes a veces, retratando la sociedad neozelandesa de finales del XIX, esta vez con las minas de carbón y el arte de fondo, en vez de los buscadores de oro y los campos de ovejas. La pega que le pondría es el centrarse siempre en los personajes femeninos, pues hay descendientes masculinos en ambas familias de las que se podría sacar más historia o al menos no dejarlos tan desdibujados, pues apenas se les nombra un par de veces, quedan desaprovechadas sus visiones...


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