sábado, 10 de agosto de 2013

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Lectura. Pinceladas de azabache

Nos vamos a Buenos Aires, Argentina de la mano de la autora Gabriela Exilart, exactamente a los felices años 20. Stein es un joven de ascendencia alemana como bien indican sus rasgos, rubio, ojos grises que en el seno de una familia acomodada no siente la aspiración de seguir los pasos de su padre, joyero de profesión porque Stein quiere dedicarse al mundo de la pintura, y es que no se le da nada mal.

Con esa habilidad de observación que tienen los pintores, Stein descubre en el mercado a Aime, todo lo opuesto a él, rasgos indios, pelo azabache, ojos oscuros y de clase social baja. Un día por casualidad, ambos coinciden en el río donde suele pintar Stein a escondidas y con el inicio de un retrato surge la amistad y el amor.
Tras el rechazo del padre de Stein, ambos se irán del poblado Buenos Aires a buscar mejor suerte en el interior del país, a Mendoza. Será allí donde tengan días felices con la llegada de la pequeña Lihuén pero también sus momentos de tristezas y es que aunque de forma rápida, vemos las penurias de la época y cómo se truncan las aspiraciones de unos y otros.
A lo largo de las páginas veremos la historia de esta nueva familia, su evolución a lo largo de los años en una Argentina sujeta a cambios de gobierno, ya que incluso llegaremos a ver a Perón (y su Evita), las huelgas de ferrocarriles, etc.

Exilart, de vez en cuando incluye aspectos de la historia argentina pero en pequeñas dosis. La historia de Aime y Stein me ha parecido demasiado rápida, todo sucede sin paradas y no da tiempo a saborear los ambientes, las historias y pensamientos de cada uno de ellos porque no profundiza en exceso. Es una autora, que al menos en este libro, no hace especial hincapié en las descripciones de la época, en los ambientes reales, lo que deja menor poder a la imaginación (o más dirían otros).
He de reconocer que es un libro que me conquistó por su portada pero el cual me ha resultado ciertamente decepcionante en la mayoría de sus páginas.

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