lunes, 20 de enero de 2014

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Lectura. Miel y almendras

Es la primera novela que leo de Maha Akhtar y uno de los motivos por los que me lancé a leer esta autora era la portada (sí, como casi siempre) y por su título, ambos me parecían muy sugerentes y enigmáticos al mismo tiempo.

En esta ocasión nos trasladamos a Oriente Próximo, al Líbano, no es un país que se suela escoger como localización literaria. En su capital, Beirut, conocemos a varias mujeres con diferentes aspiraciones en la vida, muy independientes, con ideas buenas para el futuro pero que por una cosa u otras no son capaces de alcanzar en su plenitud.

Comencemos por Mouna, su centro de estética, el Cleopatra, se convierte en el punto de reunión de estas mujeres. Mouna, a sus 37 años no ha encontrado el amor, su negocio no va muy bien que digamos y su madre nada más que hace criticarla y llamarla ligera de cascos, aún no siendo así. Con ella trabaja Amal, una joven que cuando se relaciona es para decir las cosas bien claras y que tiene un pasado trágico y un presente artístico.

En el otro lado de la balanza, encontramos a unas mujeres de la alta sociedad. Nina, una joven que ve como su relación marital ha caído en picado mientras intenta desentrañar el pasado de su padre, Imaan, una mujer con poder pero que ve que su matrimonio tampoco va muy bien, quizás eclipsando a su esposo. Lailah, una miss Líbano que con la intención de hacer un mundo mejor para los jóvenes refugiados palestinos cae en un matrimonio con el perverso Rachid, y Nadine, es la nueva en la ciudad y queda bastante desdibujada en la novela. 

Todas buscan el amor, la aprobación de sí mismas y un objetivo en sus vidas que las haga ser más felices pero en la mayoría de ellas no incluye el matrimonio en el que están envueltas y que las hace ser más desgraciadas. 

 
Una novela que se lee bastante rápido, en un país que está por regenerarse después de una guerra y las heridas y dificultades, sobre todo de la clase más baja es bastante complicada vivir cómodamente. La única pega que le veo es que los personajes masculinos quedan muy diluidos, solo se les dan unos rasgos mínimos y demasiado evidentes por lo que te deja una sensación rara.

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